El arte de transformarse.

Vestirse con ropas del otro sexo es una constante en la historia de la humanidad, hay muchas razones para ello desde escapar de las iras de un rey verdaderamente enfadado como hizo el Secretario de Estado de Felipe II, hasta para ganarse la vida como muchos actores o cómicos. Ejemplo de ellos tenemos al actor chileno Pato Torres, al cómico Tony Esbelt y a nivel internacional un ejemplo moderno de transformismo podrían ser las películas Victor-Victoria (1982) y Tootsie (1982).
El travestismo se hunde con fuerza en el seno de la cultura occidental, recordemos por ejemplo el caso de Chevalier d´Eon o de la Monja Alférez que parte de su vida la vivieron vestidos con ropas del otro sexo. Pero no vamos a hablar de estos casos, vamos a referirnos a las personas que adoptan ropas del otro sexo porque les estimula, se sienten bien, sin ser por ello homosexuales… en el menor de los casos.
El travestismo es un sustantivo usado para referirse en su mayoría a personas de sexo masculino que ocasionalmente adoptan los modismos culturales (maquillaje, vestimenta, gestos, forma de hablar) que convencionalmente se le asignan al sexo contrario. Esto puede estar relacionado o no con la identidad sexual.
Muchas culturas incluyen esta práctica como una expresión artística, como es el caso de los onnagatas del teatro kabuki japonés, o los actores masculinos que representaban roles femeninos en la ópera tradicional china, así como también se acostumbraba en el antiguo teatro de algunos países de Europa.